…Durante los últimos seis meses, he tenido lo oportunidad de apreciar en algo la manera de ser de los habitantes de estas provincias [del Plata]. Los gauchos u hombres de campo son muy superiores o los que residen en las ciudades. El gaucho es invariablemente muy servicial, cortés y hospitalario. No me he encontrado con un solo ejemplo de falta de cortesía u hospitalidad. Es modesto, se respeta y respeta al país, pero es también un personaje con energía y audacia. Por otro lado, hay mucho derramamiento de sangre y se cometen innumerables robos. La presencia constante del cuchillo es la principal causa de lo primero. Es lamentable oír cuántas vidas se pierden en disputas triviales; en las peleas, cada uno trata de marcar la cara del adversario mediante una cuchillada en la nariz o un ojo; hondas y horribles cicatrices demuestran que, a menudo, alguno tuvo éxito.Los robos son la consecuencia natural del hábito universal del juego, de mucho tomar y de la extrema indolencia. En Mercedes pregunté o dos hombres por qué no trabajaban; uno dijo que los días eran demasiado largos, el otro que era demasiado pobre.
El número de caballos y la abundancia de comida son lo destrucción de toda industriosidad.
Además hay tantos feriados y nada puede empezarse si la Luna no está en creciente; por ambas causas, se pierde la mitad del mes. La policía y la justicia son completamente ineficientes. Si un hombre comete un asesinato y debe ser aprehendido, quizá pueda ser encarcelado o incluso fusilado; pero si es rico y tiene amigos en los cuales confiar nada pasará. Es curioso constatar que las personas más respetables invariablemente ayudan a escapar a un asesino. Parecen creer que el individuo cometió un delito que afecta al gobierno y no a la sociedad. Un viajero no tiene otra protección que sus armas, y es el hábito constante de llevarlas lo que principalmente impide que haya más robos.Las clases más altas y educadas que viven en las ciudades cometen muchos otros crímenes pero carecen de las virtudes del carácter del gaucho. Se trata de personas sensuales y disolutas que se mofan de toda religión y practican las corrupciones más groseras; su falta de principios es completa. Teniendo la oportunidad, no defraudar a un amigo es considerado un acto de debilidad; decir la verdad en circunstancias en que convendría haber mentido sería una infantil simpleza. El concepto de honor no se comprende; ni este, ni sentimientos generosos, resabios de caballerosidad, lograron sobrevivir el largo pasaje del Atlántico. Si hubiese leído estas opiniones hace un año, me hubiese acusado de intolerancia: ahora no lo hago. Todo el que tiene una buena oportunidad de juzgar piensa lo mismo. En la Sala de Buenos Aires no creo que haya seis hombres cuya honestidad y principios pudiesen ser de confiar. Todo funcionario público es sobornable; el jefe de correos vende moneda falsificada: el gobernador y el primer ministro saquean abiertamente las arcas públicas. No se puede esperar justicia si hay oro de por medio. Conozco un hombre (tenía buenas razones para hacerlo) que se presentó al juez y dijo: «Le doy doscientos pesos si arresta a tal persona ilegalmente; mi abogado me aconsejó dar este paso». El juez sonrió en asentimiento y agradeció; antes de la noche, el hombre estaba preso. Con esta extrema carencia de principios entre los dirigentes, y con el país plagado de funcionarios violentos y mal pagos, tienen, sin embargo, la esperanza de que el gobierno democrático perdure. En mi opinión, antes de muchos años temblarán bajo la mano férrea de algún dictador Como deseo el bien del país, espero que ese período no tarde en llegar.En este momento, el ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata ocupa la margen norte [del río Negro], mientras que los infortunados y ahora acosados indios tratan de conservar la posesión de la sur. Una guerra de exterminio parece ser el propósito de los criollos liberales e independientes. Cada indio es su enemigo inveterado; […] mientras los españoles ocupaban el país, estos indios sureños mostraban la mejor de las disposiciones para con el intruso blanco y lo recibían con lo mayor hospitalidad. A partir de la Revolución (qué sonido glorioso) las hostilidades no hacen sino crecer.
El documento esta extractado del DIARIO DE VIAJE DE DARWIN en particular el relato adjunto corresponde (creo) a septiembre de 1833.Fuente: Excepto las cartas, los textos son de Charles Darwins Diary of the Voyage of H.M.S. «Beagle». Edited from the MS by Nora Barlow, 1933, Cambridge University Press, PP. 197-200. Traducción CIENCIA HOY
Para ver más: http://www.cienciahoy.org.ar/hoy31/darwin05.htm